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Avatar de Ricardo Cerezo

Bajo mi punto de vista esto esconde una canalización y una mercantilización. En español tenemos un riquísimo vocabulario para designar a las personas que hacen uso de un servicio. Las emisoras de radio tienen oyentes, las televisiones televidentes o espectadores, término común este con el cine. Los centros de salud tienen pacientes mientras que los de enseñanza tienen alumnos. Son espectadores los que acuden a los cines, teatros o actuaciones musicales. Los periódicos y libros tienen lectores, los barcos y aviones pasajeros mientras que autobuses y trenes tienen viajeros.

Esto le viene muy bien al neoliberalismo para empezar a difuminar la noción de servicio público. Cliente es todo aquel o aquella que paga por hacer uso de un servicio, con lo que se empieza a generar la idea de que la educación, la sanidad o los transportes públicos no son un servicio básico para la población sino un lujo por el que hay que pagar.

El término "cliente" era hasta ahora - aparte de la prostitución donde "cliente" es un eufemismo para "putero" - utilizado sobre todo en la abogacía, donde el cliente de un letrado es la persona defendida por el abogado o la abogada (incluso en el turno de oficio) el otro feudo del término cliente es la hostelería, que lo prefiere a palabras como "comensal" o "huésped".

Pero ¡ay! la hostelería tiene una máxima, la que afirma que "el cliente siempre tiene la razón" cosa que a pesar de haber pasado de ser viajeros, pacientes, alumnos, espectadores... a clientes a menudo se incumple. Cada vez somos más clientes.... que nunca tienen la razón.

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